septiembre 14, 2012

Las Cabezas del Narco donde han Caido.



Lista de capos del narcotráfico. En esa ocasión, el mandatario incluso utilizó la frase en italiano, di tutto capi, para referirse a "todos los capos". "Había 37, digamos, como los más buscados.

En menos de dos años hemos capturado o han fallecido, ya sea resistiéndose a la aprehensión o víctimas de otros criminales, 20 de esos 37. Y vamos por toda la lista", aseveró en esa ocasión.
 En las postrimerías del sexenio de Felipe Calderón, quien hizo de la lucha contra el narcotráfico su principal bandera, EL UNIVERSAL recapitula las capturas o abatimientos de los principales líderes del crimen organizado, y presenta los pendientes, los grandes líderes que faltan por capturar, encabezados por el más mediático y rico, Joaquín "El Chapo" Guzmán.

La sombra en el Golfo

Jorge Eduardo Costilla Sánchez, alias "El Coss", era el último de los líderes del cártel del Golfo, tras la caída de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, mejor conocido como "Tony Tormenta", quien sucedió a su hermano Osiel, heredero a su vez de Juan García Ábrego, la raíz de ese grupo criminal.

Pero hoy, el reinado de "El Coss" llegó a su fin. La Secretaría de la Marina lo capturó en Tampico, Tamaulipas, la zona donde operaba, en un operativo en el que el capo no opuso resistencia. Una semana antes cayó Mario Cárdenas Guillén, hermano de Osiel y "Tony Tormenta", una captura que precedió a la de "El Coss".

Un líder Zeta

En julio de 2011 cayó Jesús Enrique Rejón Aguilar, identificado por las autoridades como "El Mamito", ex miembro de las fuerzas especiales del Ejército. Fue fundador y tercero al mando de Los Zetas, el grupo más sanguinario del narcotráfico en el país, que se formó luego de un cisma en el cártel del Golfo.

"El Mamito" está acusado de participar en el homicidio de Jaime Zapata, agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), el 14 de febrero de 2011 en San Luis Potosí.

Ramón Pequeño, jefe de la División Antidrogas, dijo que Rejón "fue uno de los fundadores de Los Zetas, y en la actualidad sólo quedaban libres él y Heriberto Lazcano, El Lazca".

Abaten a "El Chayo" en una fiesta

Una noche de diciembre en 2010 en Apatzingán, Michoacán, se convirtió en la última fiesta para Nazario Moreno González, "El Chayo", líder de "La Familia Michoacana".

De acuerdo con la información de inteligencia obtenida en torno a "La Familia", Nazario Moreno estaba convencido de que tenían que adoctrinar a la gente para proteger el territorio michoacano de otros cárteles e incluso, había una especie de "catecismo" donde se indicaba el modo de vida de los miembros de ese grupo delictivo.

Tras la muerte de Moreno González, "La Familia" tuvo una escisión, de donde surgieron "Los Caballeros Templarios", con los que actualmente se disputa parte del Bajío. Actualmente, Servando Gómez, identificado como "La Tuta" es uno de las cabecillas del grupo.

Cesa la ‘Tormenta' en el Golfo

Ezequiel Cárdenas Guillén, hermano del legendario capo Osiel, corrió la misma suerte que los narcotraficantes Ignacio "Nacho" Coronel y Arturo Beltrán Leyva "El Barbas": murió abatido por las fuerzas federales.

El líder del cártel del Golfo perdió la vida en agosto de 2010 durante un enfrentamiento armado con elementos de la Marina en la ciudad fronteriza de Matamoros.

De esta forma, el gobierno federal asestó un duro golpe a la estructura criminal del cártel del Golfo.

Después de la captura de Osiel Cárdenas Guillén en marzo de 2003, Antonio Ezequiel se convirtió en su sucesor, asumió el control del cártel del Golfo y, un año después, logró imponerse a cabecillas de otras células como José Eduardo Costilla "El Coss", uno de los hombres fuertes de "Los Zetas" y que buscaba el liderazgo de la organización.

La principal tarea en la que se había enfocado "Tony Tormenta" era mantener el poder del cártel en la llamada "frontera chica", zonas de Tamaulipas como Reynosa, Matamoros y el bastión de la organización, Ciudad Miguel Alemán, que se disputan otros grupos de narcotraficantes por tratarse de uno de los más importantes cruces de droga para el mercado norteamericano.

Otra enorme captura: Cae "El Grande"

En septiembre de 2010 la Secretaría de Marina Armada de México capturó en Puebla a Sergio Enrique Villarreal Barragán, "El Grande", quien era señalado por las autoridades como el segundo en la estructura del mando de cártel de los hermanos Beltrán Leyva, comandado por Héctor Beltrán "El H".

El operativo se realizó en el fraccionamiento residencial Puerta de Hierro, donde personal de la Secretaría de Marina llegó incluso con tanquetas de alto blindaje, pero la detención fue pacífica, aseguraron fuentes de la dependencia.

Villareal Barragán fue policía judicial en el estado de Coahuila y agente federal en la PGR en los 90. La dependencia ofrecía 30 millones de pesos por informes para su captura.

El pistolero de los ojos azules

Primero las autoridades anunciaron con ‘bombo y platillo' la captura del sanguinario capo Edgar Valdez Villarreal "La Barbie", en lo que se había presumido como un operativo de enormes dimensiones. Luego se supo que en realidad fue detenido en una zona del estado de México cercana al DF debido a una infracción de tránsito.

Como sea, este peligroso capo se sumó a lista de los golpes que la administración de Felipe Calderón ha dado al narcotráfico en México.

El heredero del cártel de los Beltrán Leyva era uno de los criminales más buscados por el gobierno federal. Su mito había crecido debido a la manera violenta en la que enfrentaba a sus enemigos.

Según un reporte policiaco, elementos que patrullaban para realizar "tareas de prevención del delito" en una carretera del estado de México, fueron rebasados "sin precaución" por tres vehículos que viajaban a alta velocidad. Los siguieron, les ordenaron por el altavoz de las patrullas detenerse, se detuvieron. El primero en bajar fue un hombre de tez blanca. Los agentes no lo sabían, pero habían detenido a Édgar Valdez Villarreal, "La Barbie".

"Nacho" Coronel

En julio de 2010 resultó abatido el narcotraficante Ignacio "Nacho" Coronel, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, y considerado por el gobierno de Estados Unidos como el "capo" más poderoso en México.

Unos 150 elementos castrenses, apoyados por dos helicópteros, realizaron cateos en por lo menos seis fincas del fraccionamiento Colinas de San Javier, al poniente de Zapopan, en Jalisco.

Coronel también era identificado con el alías de "El Cachas de Diamante", y además se le ubicaba como el rey de las drogas sintéticas.

Era considerado un capo en ascenso que estaba en condiciones de formar su propio cártel dado que era responsable de gran parte del tráfico de metanfetaminas hacia Estados Unidos.

Las autoridades mexicanas ofrecían hasta 2.3 millones de dólares de recompensa a quien diera información que condujera a su captura.

Cazan al 'Jefe de Jefes'

Lo cazaron durante seis días, lo trajeron a salto de mata. Primero dieron con él en Ahuatepec, Morelos. Arturo Beltrán Leyva, apodado "El Barbas", de 48 años y nacido en Badiraguato, Sinaloa, estaba en una fiesta con dos bandas legendarias: Los Bravos del Norte de Ramón Ayala, y los Cadetes de Linares. Hasta allá llegó la Marina. Intentó capturarlo, pero huyó. Le siguió el rastro. Iba con varios pistoleros. Y en diciembre de 2009 dio con él. Estaba en Cuernavaca. Lo hostigaron durante más de 4 horas. Lo mataron.

Llegaron por tierra y por aire: las fuerzas especiales de la Armada de México bajaron a rapel desde los helicópteros que rodearon el exclusivo condominio en el que se escondía. Él y sus pistoleros respondieron con armas largas y con granadas. El traqueteo de las ametralladoras y las explosiones echaron en corrida a decenas de vecinos; parte de la ciudad quedó bajo un cerco.

Hermano de Héctor Alfredo Beltrán Leyva "El Mochomo"; enemigo de Joaquín "El Chapo" Guzmán; buscado por los gobiernos de México y Estados Unidos, a "El Barbas" se le atribuyó un poder de convocatoria capaz de aliar a "Los Zetas" y al cártel de Juárez.

El miércoles 16 de diciembre de 2009 quedó tendido en el piso del condominio Altitude de Cuernavaca, Morelos. Seis leales murieron con él.

Los narcojuniors

En los primeros meses de 2009 se dieron dos grandes golpes a los cárteles de Sinaloa y Juárez con las detenciones de personajes conocidos como narcojuniors.

Se trató de las capturas de Vicente Carrillo Leyva, hijo del extinto Amado Carrillo Fuentes, fundador del cártel de Juárez; y de Vicente Zambada Niebla, alias "El Vicentillo", hijo de Ismael "El Mayo" Zambada, uno de los jefes del cártel de Sinaloa.

La de Carrillo Leyva ocurrió el 1 de abril de 2009, cuando el hijo de El señor de los cielos se encontraba haciendo ejercicio en un parque cercano a su domicilio en Bosques de las Lomas, una exclusiva zona residencial de la ciudad de México.

El hijo de Amado Carrillo cumplía en el cártel del Juárez funciones directivas y de ocultamiento de las ganancias del tráfico de drogas desde la muerte de su padre, cuando quedó bajo la tutela de su tío Vicente Carrillo Fuentes, "El Viceroy", explicó entonces la Subprocuraduria de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).

Unas semanas antes el gobierno federal anunciaba la detención de Vicente Zambada Niebla, "El Vicentillo", capturado en una residencia de la colonia Jardines del Pedregal, donde personal militar y agentes federales verificaban varias denuncias relacionadas con la presencia de personas armadas a bordo de varios vehículos.

Zambada Niebla fue sorprendido en flagrante delito con cinco individuos, que fungían como su escolta personal y que portaban tres armas cortas, tres largas, dinero en efectivo y documentación diversa.

El hijo de uno de los líderes del cártel de Sinaloa tenía a su cargo el control de la estructura operativo, logística y de seguridad de esa organización criminal, al mismo nivel de Joaquín "El Chapo" Guzmán, e Ignacio "Nacho" Coronel.

Destronan a ‘El Rey'

En octubre de 2008 el gobierno federal destronó a uno de los "reyes" del tráfico de estupefacientes en México. Jesús "El Rey" Zambada, hermano de "El Mayo" y uno de los jefes del cártel de Sinaloa, fue detenido tras una balacera en la zona de Lindavista, en la ciudad de México.

Ahí fue identificado también Jesús Zambada Reyes, sobrino de Ismael Zambada e hijo de "El Rey", quien fue hallado sin vida el pasado 20 de noviembre en un inmueble de la delegación Tlalpan, donde se encontraba en calidad de testigo protegido de la Procuraduría General de la República (PGR).

El capo fungía como encargado del cártel de Sinaloa en el valle de México, y en especial de las operaciones de su grupo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

La captura de los Zambada ocurrió dos días después de que, mediante una llamada anónima, se denunció una fiesta que tendría lugar en una residencia del Desierto de los Leones, a la que asistiría Mauricio Harold Poveda, "El Conejo" o "El Flaco", principal proveedor de cocaína colombiana para la organización de Arturo Beltrán Leyva, "El Barbas".

Otro de la dinastía Arellano

Uno más de la dinastía de los hermanos Arellano Félix, conocido como "El Doctor", fue detenido por elementos de la Policía Federal y el Ejército en octubre de 2008 en un fraccionamiento de Tijuana.

Eduardo Arellano era el "líder moral e histórico" del cártel de Tijuana, y el último de los hermanos varones que fundaron esa organización criminal. Además era buscado desde 2004 por la Interpol, que había emitido una alerta roja en su contra.

"El Doctor" asumió la dirección del cártel tras la detención de su hermano, Francisco Javier "El Tigrillo". Luego de su captura su sobrino, Fernando Arellano, fue quien tomó las riendas de la organización.

El primero de los Beltrán

En enero de 2008 el Ejército mexicano alcanzó la estructura de mando del cártel de Sinaloa cuando se detuvo en Culiacán, Sinaloa, a Héctor Alfredo Beltrán Leyva, alias "El Mochomo", a quien las autoridades ubicaban como uno de los principales capos de la organización.

Junto con sus hermanos fue comandante del cártel liderado por Joaquín Guzmán Loera "El Chapo", Ismael Zambada "El Mayo", e Ignacio "Nacho" Coronel.

Hermano de "El Barbas", quien falleció en diciembre de 2009 tras un enfrentamiento en Cuernavaca, Alfredo Beltrán tenía a su cargo las operaciones de transporte de droga, lavado de dinero y captación de funcionarios públicos en los estados en los que la llamada Federación contaba con más presencia y dominio y que son Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, Jalisco y Nayarit.

De acuerdo con las autoridades los hermanos Beltrán Leyva son parte de una de las familias más poderosas dentro del crimen organizado a la que se les atribuye compartir el poder de la Federación con distintos líderes del narco.

Incluso a Héctor Alfredo y a sus hermanos Marcos Arturo y Mario se les conoce como "Los Tres Caballeros", aunque otras versiones dan cuenta de que Carlos otro de sus hermanos, también forma parte del clan dedicado al narcotráfico.

Resumen Periodístico.

Post RLB. Punto Político

septiembre 07, 2012

La CIA en México



A principios de enero murió en La Habana, Cuba, Philip Agee, el agente de la CIA que en 1974 publicó sin censura un libro para revelar las trapacerías de la agencia de espionaje en América Latina y el mundo. Agee estuvo asentado en México como agente de 1957 a 1969. Luego se decepcionó del capitalismo y huyó al socialismo soviético. Al caer la URSS, terminó sus días en Cuba.
Agee fue un agente de campo, no un estratega. El jefe de la estación de la CIA en México en esos años fue Winston Scott, un personaje singular que logró meterse en la vida social mexicana. Scott se casó en México con otra agente de la CIA y logró que uno de sus testigos fuera el entonces presidente Adolfo López Mateos y que a la ceremonia asistieran Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz. A Agee le tocó más bien operar acciones de desestabilización.
La CIA nació de los rescoldos de la OSS --Office of Strategic Service (OSS), la agencia de espionaje de la segunda guerra mundial-- en 1946, pero como Central Intelligence Group. En 1950 se transformó en una oficina de inteligencia formal y como CIA se fundó en octubre de 1950. La OSS asesoró a México para la creación de la Dirección Federal de Seguridad, que a su vez había ido evolucionando de oficina de investigaciones políticas del Estado.
Agee nunca se sintió a gusto en la CIA. Su libro Diario de la CIA. La Compañía por dentro tuvo una escritura dolorosa: la crisis de alguien que formaba parte del ejército privado y de guerra del capitalismo norteamericano pero que siempre tuvo pensamientos progresistas. Aún así, Agee participó en operaciones clandestinas de desestabilización. En Uruguay ayudó a entrenar a los militares fascistas y en México combatió a la izquierda socialista con vinculaciones con Cuba.
La historia de la CIA en México no ha sido escrita. El columnista Manuel Buendía publicó muchas columnas sobre el tema y logró revelar los nombres de jefes de la estación en México y antes de morir las recopiló en el libro La CIA en México. Sin embargo, se trató de un esfuerzo periodístico, no analítico. La presencia de la CIA en México fue más allá de los nombres de presuntos agentes incrustados en el gobierno, incluyendo a Díaz Ordaz y a Echeverría.
Pero la CIA hizo más. Fue un instrumento de la guerra fría en México. La CIA apadrinó a los servicios de la policía política mexicana, aunque curiosamente en su libro Agee no menciona a nadie más que a Díaz Ordaz y Echeverría. Sin embargo, en su libro también recoge sus dudas sobre el radicalismo progresista de Echeverría en su presidencia y se pregunta cándidamente: “¿Echeverría rompió con la CIA?” Al final, parece que Agee no entendió el juego de poder de Scott.
De la CIA falta por investigar el papel de cuatro directores de la agencia que tuvieron intervención directa en México: Allen Dulles, durante el conflicto con Cuba; Richard Helms en la primera parte del sexenio de Echeverría; William Colby, durante la segunda parte, la fase de la desestabilización mexicana por el radicalismo de Echeverría; y William Casey, en los años turbulentos de Reagan y John Gavin y la ofensiva de la CIA contra México para subordinarlo a Washington. Y en todos esos años, la enigmática presencia de James Jesus Angleton, director de operaciones clandestinas, hijo, por cierto, de madre mexicana.
La muerte de Agee pasó sin pena ni gloria. Sucumbió ante la seducción del socialismo, renunció a la CIA pero no se refugió en la URSS. A la caída del Muro de Berlín, se le terminó su sueño. No tuvo más lugar que Cuba, aunque ya sin participaciones activas. Murió a los 72 años, dejando su libro como testimonio de la intervención de la CIA en México.
II
En octubre de 1966, el agente de la CIA Philip Agee registró en su diario un dato espectacular:
“Aunque en forma indirecta, el secretario de Gobernación (Luis Echeverría) comunicó al jefe de la estación (Winston Scott) que acababa de ser elegido en secreto como el próximo presidente mexicano. A pesar de que la información no se facilitó de modo directo, el jefe de la estación no duda de que se le inició intencionadamente en el secreto de las elecciones que se celebrarán en 1970. Echeverría es ahora el famoso tapado que el Partido Revolucionario Institucional ha elegido por anticipado como nuevo presidente”.
Este dato modifica todas las percepciones de la sucesión presidencial de 1970. Y establece el papel de la CIA en México. O, mejor aún, el papel de México en el escenario de la CIA. La CIA había asesorado en la creación de la Dirección Federal de Seguridad como la policía política del régimen. Y tendría dos funciones: hacia dentro, la defensa del sistema priísta; hacia afuera, su papel de guardián de los intereses de la CIA en el escenario de la guerra fría EU-.URSS.
En su Diario, Agee aporta muchos datos. Uno: la oficina de supervisión de asuntos mexicanos en la CIA tenía el criptónimo de WH/N. La oficina de la CIA en México estaba formada por dos jefes locales Scott y suplente Joe Fisher y tenía además diez funcionarios. La tarea de la CIA era contener a la Unión Soviética y su satélite Cuba. México, por tanto, se convirtió en la Berlín de América: un centro de espías.
La CIA confiaba en la policía de seguridad mexicana. Lo dice Agee en su Diario: la agencia no hacía muchas operaciones en los países latinoamericanos porque las policías cumplían esa tarea propia de la guerra fría. “Los servicios de seguridad mexicanos son tan efectivos en el aplastamiento de la extrema izquierda que no tenemos que preocuparnos por ese motivo”.
La CIA había aterrizado en México en 1956, con el arribo de Winston Scott como jefe de la estación. Fue el año en que comenzó el activismo de la izquierda en los sindicatos. Cuba entonces no aparecía. Pero el Partido Comunista estaba al frente de las rebeliones sindicales. Y ahí operó la CIA a través de la Federal de Seguridad. De 1956 a 1968, México se convirtió en un país de inestabilidad política por el activismo del PCM y después por la influencia de Cuba.
La CIA jugaba el papel estabilizador. A su modo, ciertamente. La agencia realizó operaciones de desestabilización contra la izquierda y contra el PCM. Y tenía todo el apoyo institucional. La fusión de intereses México-EU operaba a través de la CIA: Por eso Díaz Ordaz mantuvo relaciones con Scott y Echeverría, a decir de Agee, le informó a la CIA desde 1966 --antes del conflicto de 1968-- que sería el siguiente presidente de la república. Luego la CIA se metió en el conflicto olímpico, pero no para desestabilizarlo sino para saber. Un funcionario de la CIA fue registrado como funcionario olímpico de la embajada de los Estados Unidos.
La DFS, Gobernación y el aparato político priísta mantuvo buenas relaciones con la CIA hasta 1970 porque mantenían los mismos intereses definidos por la guerra fría: contener el comunismo, enfrentar a la URSS y frenar la influencia de Cuba. Pero en 1970 llegó a la presidencia de México el Echeverría que, dice Agee, había sido agente de la CIA. Sus primeros meses fueron avalados por Washington. Inclusive, Echeverría expulsó a funcionarios de la embajada de la URSS bajo el cargo de ser espías de la KGB.
Pero llegó la ruptura. Echeverría se alejó de EU. Y ahí terminó la relación con la CIA.
III
Hacia 1973, las relaciones de México con la CIA habían cambiado. En ese año, Philip Agee registró en su diario el cambio abrupto de jefes de la estación aquí y la llegada de John Horton como jefe de la estación. Pero Echeverría presionó para que lo relevaran. “¿Rompió Echeverría con la CIA?”, se preguntó Agee.
De acuerdo con los tiempos políticos, Echeverría más bien modificó su mira política. Si era el candidato de los Estados Unidos, en su campaña se alejó de los intereses norteamericanos. Y ya en el poder, se acercó a los soviéticos a través de Cuba, del Tercer Mundo y de la Organización de los Países No Alineados.
En 1975, adicionalmente, Echeverría cambió las reglas de la política para la sucesión presidencial. El sucesor ya no saldría de Gobernación --donde llevaban la relación directa con la CIA-- sino del sector económico. La CIA reaccionó tarde y esperó hasta el colapso de 1982 para destinar un equipo de agentes para analizar la severa crisis mexicana.
En el periodo 1969-1984, la CIA vio a México con otros ojos. En ese periodo pasaron por la dirección de la CIA seis directores con sus enfoques: Richard Helms fue un  burócrata, James Schlesinger no se comprometió, William Colby fue el más intervencionista a pesar de las sospechas de que era topo de la KGB, George Bush apenas duró un año, Stansfield Turner fue atado por el moralismo de Jimmy Carter y William Casey transformó a la agencia en una oficina de operaciones para las pasiones redentoristas conservadoras de Reagan.
En México, las oficinas de inteligencia salieron ganadoras de la lucha contra la disidencia, la izquierda quedó derrotada, Cuba prefirió un entendimiento con Fernando Gutiérrez Barrios, la KGB y la URSS aprovecharon la doctrina progresista de Echeverría para meterse en México y el narcotráfico se convirtió en el nuevo poder. La Federal de Seguridad e Investigaciones Políticas y Sociales abandonaron las tareas políticas y quedaron al garete. Los policías profesionales se agotaron con la represión y los nuevos prefirieron pactar con el narco.
La KGB se metió hasta el fondo. En 1979 se publicó la historia novelada de un caso de espionaje contra los EU que pasó a través de la embajada de la Unión Soviética en México: El halcón y el hombre de la nieve. La anécdota ocurrió en 1974, cuando Echeverría se había acercado a la URSS. Documentos secretos de satélites fueron vendidos a los soviéticos en México. Ahí la CIA llegó a la conclusión de que México no era confiable y que estaba penetrado por la KGB.
A finales de 1976 llegó a la presidencia López Portillo y le siguió De la Madrid. Los dos se alejaron del mundo del espionaje. Gutiérrez Barrios quedó anulado en la Subsecretaría de Gobernación. Y la Federal de Seguridad quedó al garete. Hacia 1982 arribó a la DFS José Antonio Zorrilla Pérez, un político que había sido secretario particular de Gutiérrez Barrios. La DFS se salió de la vigilancia política y pactó con el narco.
La CIA prefirió trabajar sin la intermediación de la DFS. Hacia 1983 y 1984 se reveló un contrabando de autos operado por Miguel Nazar Haro, ex director de la DFS y contacto de la CIA, pero fue la misma CIA la que controló los daños. Las fugas de información de la CIA en México a la prensa irritaron a la agencia de espionaje y usó ese argumento para cerrar sus relaciones con la DFS. Los nombres de jefes de la estación comenzaron a publicarse en México.
Las cosas cambiaron en 1981. La llegada de Reagan y su doctrina de seguridad nacional ideológica contra la URSS pusieron a México en la mira. La CIA dejó de tener cualquier colaboración con México y comenzó a atacar al país.
IV
Si México llegó a ser un peón de la CIA y las policías operaron como subordinadas de la agencia, en 1985 ocurrió la ruptura definitiva. Ronald Reagan llegó a la presidencia de los Estados Unidos como pieza de una operación de ofensiva militar y política contra la URSS y sus satélites. Y México fue puesto en la mira de la CIA.
Uno de los responsables de esa decisión fue el académico Constantine Menges, apadrinado por el senador ultraderechista Jesse Helms para meterse en la CIA. Pero no pudo. Con Reagan, Menges convenció a los operadores de seguridad nacional con la tesis de que México era el próximo Irán. Lo resume en pocas líneas Bob Woodward en su libro Velo. Las guerras secretas de la CIA:
“Menges argumentaba que México estaba maduro paras la revolución; el gobierno era peligrosamente anti norteamericano y anti capitalista (con Echeverría) y tenía un problema de endeudamiento que podría llevarlo a expropiar las inversiones extranjeras. Sus condiciones sociales eran campo abonado para la izquierda radical”.
Menges llegó a la dirección de asuntos latinoamericanos del Consejo de Seguridad Nacional y desde ahí operó contra México. Y en México estaba el embajador John Gavin, con la misión especial de construir una alianza derechista contra el sistema priísta. Hacia 1984 logró reuniones con empresarios, sacerdotes y panistas.
En el periodo de 1981-1985 ocurrieron dos hechos: primero, la CIA ordenó la confección de análisis sobre México para probar las tesis de Menges y el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar fue secuestrado, torturado y asesinado por narcos protegidos por agentes de la Federal de Seguridad, otrora refugio de la CIA. Los dos asuntos fueron aderezados con una ofensiva política de los EU para vender la idea de que México había sido sumado a la órbita de la URSS y la KGB. En 1985 apareció un amplio reportaje en el The New York Times para denunciar que la KGB había penetrado México. Con base en ese texto, Gavin denunció que policías políticos mexicanos estaban al servicio del narco y de la URSS.
Lo interesante del reportaje fue que uno de sus autores era el reportero Robert Lindsey, experto en asuntos de seguridad nacional pero era el autor de la investigación El halcón y el hombre de la nieve. Es decir, sus vinculaciones con la CIA eran evidentes.
El otro asunto estalló en un escándalo político. El director de la CIA, William Colby, ordenó un reporte sobre pedido para probar la inestabilidad en México. El autor del texto fue John Horton, agente rescatado del retiro. Horton había sido jefe de la estación de la CIA en México. Y su reporte no fue tan negativo. Colby, violando las reglas de la agencia, lo modificó para alentar las pasiones conservadoras de Reagan. Estos dos incidentes paralizaron políticamente a México y llevaron en 1985 a la disolución de la Federal de Seguridad, para obligar a la nueva oficina de investigación y seguridad nacional mexicana a someterse a la CIA. José Antonio Zorrilla Pérez, el director de la DFS que se había alejado de la CIA y que había traído agentes de la KGB a capacitar a los mexicanos, fue obligado a renunciar y terminó en la cárcel.
Por operaciones de inteligencia México fue atado, Reagan logró derrotar a la revolución sandinista y aislar más a Cuba. México entró en crisis en 1982, arribó al poder la corriente conservadora de los tecnócratas y la CIA dejó de preocuparse políticamente por México. La crisis no provocó una revolución socialista sino un fortalecimiento del conservadurismo gubernamental. Hacia1984 De la Madrid le entregó el poder al PAN en el norte, donde Gavin había trabajado la santa alianza.
La CIA, en consecuencia, dejó de preocuparse por México.
V
En 1974 salieron publicados dos libros emblemáticos de la CIA. El de Philip Agee eludió la revisión de los censores de la agencia y se convirtió en un libro maldito, al grado de que dicen en Langley que varios agentes fueron asesinados al aparecer su nombre. El otro pasó la revisión y salió censurado: La CIA y el culto del espionaje, del ex agente Víctor Marchetti.
Los años de mediados de los setenta fueron de severa crisis para la CIA. Fueron los de la torpeza de Gerald Ford y los de del mesianismo de Jimmy Carter. En 1976 apareció un libro revelador de los estilos de la agencia de espionaje: Los archivos de la CIA, de Robert Borosage y John Marks, éste último coautor del libro de Marchetti. Y en 1975 apareció el temido Informe Rockefeller sobre la CIA, dirigido justamente por el vicepresidente Nelson Rockefeller.
El escenario era más amplio: el ascenso de Salvador Allende en Chile y el operativo criminal de la Casa Blanca y la CIA para derrocarlo, la ruptura del equilibrio en América Latina por el activismo de la CIA , el radicalismo de Echeverría y su alianza con Chile, Cuba, China, la URSS y los No Alineados comunistas.
Los setenta fueron los años del fracaso de Nixon y de Jimmy Carter: Estados Unidos vio tambalearse su hegemonía. En 1976, como producto de la descomposición de la agencia, Gerald Ford designó como director de la CIA al político republicano George Bush padre con la tarea de controlar sus funciones clandestinas. En 1975 se formó la Comisión Rockefeller. La CIA había nacido para captar y transformar la información en inteligencia política para toma de decisiones. Pero en 1968 se había definido la Doctrina Bissel para derrocar gobiernos. Bissel era director de operaciones clandestinas.
La CIA endureció relaciones con México por el radicalismo populista de Luis Echeverría, a quien el ex agente Philip Agee había identificado como agente pagado por la CIA. De 1973 a 1985, los servicios de inteligencia de México se alejaron de la CIA, aflojaron su vigilancia política contra Cuba y la URSS y optaron por la represión de la disidencia socialista armada. Ahí Bush tuvo mucho que ver. A ese periodo le correspondió el inicio de la era Reagan y el neoconservadurismo radical, con William Casey como director y el radical ultraderechista Constantine Menges --recomendado del senador ultraderechista Jesse Helms-- en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la pinza contra México.
En 1985 ocurrió la ruptura definitiva de la CIA con México, cuando el embajador John Gavin logró la destitución y encarcelamiento del director de la Federal de Seguridad, la oficina encargada de las relaciones con la CIA. Reagan, Casey, Gavin y Menges querían derechizar ideológicamente a México, cuando en realidad ya estaba en proceso con el arribo al poder de los tecnócratas de Miguel de la Madrid.
Después de 1985 la CIA perdió contacto real con México. El Centro de Investigación y Seguridad Nacional nació como dirección a mediados de 1985 y se nutrió de los rescoldos de la DFS, pero ya sin contactos profesionales. La CIA quedó maldita en México después del derrocamiento de Allende en 1973. El CISEN y Gobernación mantienen relaciones formales con la CIA, pero ya no de dependencia como en el pasado.
La CIA, conocida ya como “el ejército privado del presidente”, dejó de operar con eficacia. El terrorismo árabe terminó por hacerla pedazos. Y los ataques terroristas del 11 de septiembre la convirtieron en cenizas. El director de la CIA dejó de ser el asesor de inteligencia del presidente y terminó, diría James Risenen State of war, en un cheerleader (jefa de porristas estudiantiles con minifalda) y no en un “gran líder”. Los ataques del 11 de septiembre liquidaron a la CIA.
En México, la CIA quedó sólo un mal recuerdo.

Por Carlos Ramírez
Post. RLB. Punto Político.

julio 23, 2012

Dauahare y las narcosospechas + Revelaciones de general incómodo



Si el general Tomás Ángeles Dauahare afirma que lo están acusando de oídas, en altos círculos del poder circulan las afirmaciones que hizo el militar al periodista Rafael Loret de Mola y que aparecen en el libro Nuestro inframundo. Los 7 infiernos de México (Editorial Jus).
En una charla que Loret acredita como entrevista, el general Ángeles hace afirmaciones no sólo de corte político que todos los altos mandos se cuidan exageradamente sino que aporta cuando menos opiniones de que niveles del ejército participan en el narcotráfico aunque no menciona ningún nombre. Eso sí, señala que las conductas de los soldados reflejan las de los mandos.
En las declaraciones del general Ángeles --circuladas con la aparición del libro en septiembre de 2011-- hay cuando algunas que tienen alto contenido explosivo y algunas que señalan la penetración del narco en las filas militares, pero justo cuando las fuerzas armadas son las más involucradas en el combate contra el crimen organizado:
1.- Al mencionar “mis tres grande preocupaciones”, Ángeles pone la siguiente en el primer lugar: “la obsesión de Felipe Calderón por que el PRI no regrese a Los Pinos. A la derecha le va a costar mucho dejar el poder. No lo admite. Y no tengo idea de cómo se esté preparando para evitarlo. Pero sí sé que algo, y muy gordo, trama”. (pág. 204).
2.- (Hacia el interior del ejército los mandos) están muy divididos. Para algunos, incluso, se trata de un conflicto de lealtades. Unos se deben al presidente Calderón; para otros es necesario recuperar la historia y ésta ha mostrado la inclinación de los mexicanos, y del ejército, por los liberales. Dijéramos que lafidelidad está dividida entre Peña y Calderón”. (pág. 205)
3.- No están usted tan desencaminado (ante la afirmación de Loret de que hay dos grupos en el ejército: un grupo de generales dignos, patriotas y “una oficialidad susceptible de ser cooptada por las mafias y que extiende la podredumbre hacia sus subordinados directos). (págs. 172-173.)
4.- Fíjese: algunos oficiales que hace años estuvieron bajo mi mando me han confesado, abiertamente, que sienten mucha vergüenza porque los hanasignado a la protección de alguno de esos mafiosos intocable. (Pág. 173).
5.- El problema es que en el ejército el nacionalismo, que antes era sólido, se ha ido diluyendo. Entre las jerarquías, te repito, hay muchos jefes que ni siquiera estudiaron el civismo básico. Y no creo que haya sido obra de la casualidad. (Págs. 170-171)
6.- (Al hablar de la salida de los militares de la política por celos de los políticos) Entre nosotros siempre han existido hombres capaces para llevar adelante al país. ¿Me entiende, verdad? (Pág. 174)
7.- (Ante la pregunta de Loret sobre el deterioro de la calidad social de la carrera militar) ¿Qué vemos ahora? Perdóneme si se lo digo porque no quiero serdespectivo de ninguna forma: (quieren ser militares) puros hijos de choferes, de cargadores del mercado; y muchos vaguitos que necesitan dinero, a veces para poder costear sus vicios. Esta es la dolorosa verdad. (Pág. 179)
8.- No podemos generalizar. Sería muy injusto. Mire usted: un soldado es muy dado a caer en el narco… cuando observa que sus superiores, sus coroneles, andan en malos pasos. ¿Por qué no entrarle si los jefes lo hacen, se preguntan. (Pág. 180)
9.- (Ante la afirmación de Loret de que existen versiones “cada vez más intensas en el sentido de que las tropas mexicanas cruzan la frontera protegiendo cargamentos de droga”, “el general asiente pero no agrega ninguna palabra”.) (Pág. 181)
10.- ¿Sabe usted? Al capo, sobre todo al fuerte, lo que menos le interesa es que haya problemas y deba confrontarlos. Yo tuve conocimiento de que alguno (algún capo) llegó a plantear a la superioridad: mi jefe, déjenos trabajar; podríamos ayudar a pagar la deuda con un poco de buena voluntad para ambas partes. Total: la droga no se queda en México y la deuda es alta. Y no era un cínico. (Pág. 185)
11.- (Otra de las preocupaciones del general Ángeles) La creciente presencia de grupos dispersos fuertemente armados por toda la república. Lo peor es que tales células demuestran que el comercio de armas está fuera de control. ¿A dónde cree que hayan ido a parar las dos mil armas del operativo ése de Rápido y Furioso? (Pág. 204)
12.- (Sobre el argumento del origen de los fondos de la CIA estadunidense por la Enmienda Boland que limitó los abusos de esa agencia y cortó la fuente de ingresos del narco centroamericano) Cuando Boland triunfa en el Capitolio, La CIA voltea hacia México… y formaliza, ésta es la palabra, el paso de cocaína sudamericana a través de la frontera mexicana. (Pág. 214) En una ocasión un alto funcionario de la DEA me dijo, sin el menor rubor, que ellos administraban la entrada de drogas a los Estados Unidos. Así como suena. (Págs. 169-170)
13.- Según el general Ángeles, Manuel Muñoz Rocha, el señalado como autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu en 1994 está vivo, “por allí anda, aunque su viuda Marcia Cano haya obtenido la declaratoria de que estabaoficialmente muerto para disponer de sus bienes”. (Pág. 296)
14.- Y el general Ángeles revela: “yo fui quien descubrió quién era, en realidad, el subcomandante Marcos”. “Agarramos a un tal comandante Daniel, superior en jerarquía aparentemente en el EZLN, quien había reñido con Marcos. Ysoltó todo. Ahora es el capitán Daniel Guevara y está integrado a las fuerzas armadas” (Pág. 296)
Por Carlos Ramirez
Post. RLB. Punto Político.

julio 19, 2012

Bartlett-Chihuahua no-anulación + 88 fraude en conteo, no después




Convertido en el Sancho Panza del quijotesco López Obrador, el senador petista Manuel Bartlett Díaz finalmente ha reconocido que en 1988 sí hubo fraude electoral contra Cuauhtémoc Cárdenas, de acuerdo con una entrevista publicada el domingo pasado en La Jornada.
Para el entonces secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, el fraude de 1988 no se cometió en las urnas ni en el conteo de voto sino en la negociación con el PAN del voto a favor de Carlos Salinas de Gortari en el Colegio Electoral.
Sin embargo, lo que se negoció con el PAN no fue el resultado del 6 de julio sino la calificación en el Colegio Electoral. El fraude ocurrió cuando se “cayó” el sistema de cómputo de la CFE la noche del 6 de julio para permitir el acomodo de votaciones a favor de Salinas y en contra de Cárdenas. La operación directa fue de Bartlett y los responsables salinistas el entonces superasesor Joseph-Marie Córdoba Montoya y el secretario electoral priísta Patricio Chirinos.
A cambio de aprobar la elección de Salinas decidida en la CFE de Bartlett, el PAN, Luis H. Alvarez negoció una reforma política y la concertacesión de las gubernaturas de Baja California y Guanajuato. Sin embargo, esas negociaciones se iniciaron cuando Bartlett era el responsable político del gobierno de Miguel de la Madrid y en el escenario de que el propio De la Madrid autorizó las autorizó, por lo que Bartlett fue cómplice de esa cesión de espacios de poder al PAN. Y las entregas de gubernaturas ocurrieron cuando Bartlett era secretario de Educación Pública del Salinas ejerciendo una presidencia, de acuerdo con las hoy palabras de Bartlett, producto del fraude electoral.
Lo que menos puede clamar Bartlett es su inocencia. En 1986 organizó, junto con Elba Esther Gordillo, el fraude electoral en Chihuahua para impedir la victoria del candidato panista Francisco Barrio Terrazas. El fraude fue tan burdo, que intelectuales de todos los grupos --entre ellos Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze-- exigieron la anulación de las elecciones.
En una cena con algunos de los veintiún intelectuales, cuenta Enrique Krauze en La presidencia imperial, Bartlett dijo que “era imposible ceder a su petición (de anulación) porque la victoria del PAN en Chihuahua abriría las puertas a tres enemigos históricos de México: la iglesia, los Estados Unidos y los empresarios”. El problema en Chihuahua, era el razonamiento de Bartlett, no era el fraude sino el papel ideológico y político del PAN, a pesar de que hubo pruebas suficientes sobre las irregularidades electorales. Ahí se acuñó el argumento de Bartlett en pocas palabras: un fraude patriótico.
En su entrevista con La Jornada, Bartlett vuelve a confundir a los lopezobradoristas que lo llevarán al Senado el próximo primero de septiembre: “si alguien hizo presidente a Salinas de Gortari no fui yo, sino el PAN que lo avaló en el colegio electoral”. Sin embargo, sin las cifras trampeadas en las computadoras de la CFE de Bartlett, en realidad Salinas nunca hubiera llegado al Colegio Electoral. Por tanto, el responsable directo de la entronización de Salinas es Bartlett, el hoy flamante senador lopezobradorista.
Y el problema de Bartlett es mayor por el hecho de que fue candidato del PRD-PT-Convergencia a la elección de senadores en urnas el domingo pero quedó en tercer lugar, aunque jugó a la segura como primero de lista a senadores plurinominales por el PT. Sin embargo, Bartlett declaró oficialmente que hasta el momento de al elección no había renunciado al PRI, por lo que su priísmo lo hace cómplice del PRI por las acusaciones de López Obrador. Al final, Bartlett ya perdió la brújula de lealtades políticas.
Lo realmente importante de la declaración del domingo de Bartlett fue que finalmente aceptó el uso de la palabra fraude para caracterizar la operación política que puso a Salinas de Gortari en la presidencia de la república en 1988. En declaraciones a Jorge G. Castañeda para su libro La herencia, Miguel de la Madrid contó que Bartlett le informó que las primeras cifras daban adelantado a Cárdenas y, le dijo Bartlett, “no puedo dar esas cifras  porque estarían muy ladeadas, y aunque después sigan las cifras de otros estados en donde creo nos podemos vamos a recuperar, si damos desde un principio la tendencia a favor de Cuauhtémoc, después no nos van a creer”.
Lo significativo de las palabras de Bartlett que contó de la Madrid es el uso del “nos” que implicaba su función como priísta. Lo repetiría más tarde; dijo De la Madrid que Bartlett estaba confiado en remontar las cifras adversas: “cuando nos lleguen los estados muy priístas, como Puebla, Chiapas y otros, allí nos vamos a emparejar”. Esta argumentación de De la Madrid lleva a la consolidación la tesis de que Bartlett desconectó las computadoras en la noche para permitir la llegada de votaciones de estados priístas y así ayudar a Salinas a no permitir que en ningún momento Cárdenas se colocara arriba de Salinas. Bartlett sugirió ocultar información y de la Madrid lo aceptó.
Los fraudes de Chihuahua en 1986 y presidencial en 1988 son hijos del mismo venero político del PRI y los dos tienen hilos de poder hacia Bartlett como secretario de Gobernación en del gobierno de De la Madrid. Luego de que los intelectuales pidieron anular elecciones, Bartlett fundamentó los argumentos del “fraude patriótico”, aunque en 1992, con Salinas en la presidencia, Barrio finalmente ganó la gubernatura, mientras Bartlett pactaba con el superasesor salinista Córdoba Montoya la gubernatura de Puebla por el mismo PRI que había sido derrotado en Chihuahua, eso sí, por dedazo y sin pasar por elección interna.
Por tanto, la candidatura de Bartlett al gobierno poblano fue hija del fraude de Bartlett a favor de Salinas y del pacto del PAN para entronizar a Salinas. O sea: Bartlett les debe su carrera política a Salinas, al PAN y al fraude de 1988.
Por Carlos Ramírez
Post. RLB. Punto Político.