1.- La decisión gubernamental de liquidar una empresa estatal y con ello disolver un sindicato independiente y de oposición culminaría el proceso de redefinición de las relaciones del Estado con los sindicatos. De hecho, el caso del SME agota el ciclo iniciado en 1915 con el pacto de Venustiano Carranza con la Casa del Obrero Mundial: apoyo sindical al gobierno en tanto éste identifique los intereses de la clase obrera como los de la sociedad.
2.- La relación de los sindicatos con el gobierno al amparo del simbolismo de ese pacto histórico ha pasado por cinco etapas: la de la asunción de los intereses proletarios en las decisiones de gobierno, la del tripartismo como fórmula para diluir la lucha de clases, la de la coincidencia ideológica entre los programas de gobierno con las banderas del proletario, la de la mera defensa del salario, el empleo y las prestaciones sociales y la de la autonomía relativa del Estado frente a los sindicatos como poderes fácticos.
3.- La fase histórica de coincidencia-ruptura entre gobierno y trabajadores ocurrió en el periodo 1976-1981: Porfirio Muñoz Ledo como presidente nacional del PRI definió al partido como el de los trabajadores, acelerando el conflicto gobierno-empresarios-sindicatos. En 1981 los economistas Carlos Tello y Rolando Cordera caracterizaron el tiempo histórico de definiciones de rumbo: la decisión por el rumbo del proyecto nacional y popular sustentado sobre el pilar de la clase trabajadora o el neoliberal inclinado hacia los intereses del empresariado. Fue la época de la disputa por la nación entre estos dos proyectos.
4.- La definición obrerista de los gobiernos priístas fue asumida no por el carácter ideológico del régimen sino por el uso de la clase trabajadora como contrapeso de las presiones empresariales. Los radicalismos políticos e ideológicos fueron reprimidos duramente por los gobiernos priístas revolucionarios: maestros, ferrocarrileros, médicos, petroleros y lo hicieron en nombre de la revolución mexicana. Los gobiernos priístas construyeron una hegemonía sindical encarnada en Fidel Velázquez.
5.- La aspiración histórica de los trabajadores ha sido la definición del proyecto nacional de desarrollo en función de la clase obrera. Lo hizo la Casa del Obrero Mundial al apoyar a Carranza y a la revolución mexicana. Y lo reiteró muchos años después Rafael Galván en 1975 con la Declaración de Guadalajara de la Tendencia Democrática de los electricistas basada en dos ejes: la alianza popular revolucionaria del gobierno con los trabajadores y la definición del proyecto de gobierno subordinada a la agenda proletaria de los sindicatos.
6.- Los gobiernos priístas primero se definieron en función de los sindicatos y luego utilizaron la estabilidad laboral como eje de la estabilidad nacional. Al final, los gobiernos priístas sólo se conformaron con buscar acuerdos con los empresarios para evitar el deterioro del nivel de vida de los trabajadores como móvil de la protesta social. Pero pasaron de la coincidencia de proyectos --Carranza y Cárdenas-- a la fase de un mero compromiso de bienestar --Echeverría y López Portillo-- y de ahí sólo a la agenda salarial --la fase neoliberal de De la Madrid y Salinas--.
7.- Los sindicatos se dividieron en dos grandes grupos: los sometidos al control del gobierno vía Fidel Velázquez y atendidos en el aspecto salarial y los independientes vinculados a la oposición de alternancia de izquierda y en busca de una mayor radicalización popular del programa de gobierno. Los primeros se conformaron con salarios, empleo y prestaciones y luego nada más con salarios con cada día menor poder de compra y los segundos se dedicaron a confrontar al gobierno. La represión fue usada contra los sindicatos de oposición que tenían el control de las relaciones obreras en empresas públicas y estratégicas. Los casos más simbólicos han sido los maestros, los ferrocarrileros y los electricistas.
8.- La lucha usualmente perdida --conocida como la vocación por la derrota-- de los sindicatos de oposición estuvo dada por la intención de someter al Estado, de confrontarlo, de vencerlo. El Estado asumió sus confrontaciones como una forma de ir ganando autonomía relativa frente a sindicatos que operaban como verdaderos poderes fácticos aunque con cargo a la empresa pública. Los sindicatos de oposición no han podido establecer una estrategia de lucha para ganar posiciones sin romper con el Estado.
9.- El caso del SME se suma a la larga lista de sindicatos que han querido derrotar al Estado en confrontaciones directas. El único camino que tienen las organizaciones sindicales para vencer al Estado radica en su lucha como parte de una guerra de posiciones pero aliados a un partido político obrero o revolucionario. En el ciclo priísta los sindicatos no pudieron erigir al Partido Comunista Mexicano en una instancia de conquista del poder y en la actualidad el PRD no es un partido obrero sino una amalgama de élites basada no en un movimiento de masas sino en una suma gelatinosa de organizaciones del lumpen sin conciencia de clase obrera.
10.- La derrota política del SME cerrará el ciclo de la lucha sindical por conquistar la dirección política del Estado. Proletarios sin haber leído a Marx, los dirigentes sindicales no han entendido que la dirección política exige antes el control del Estado. Y ahí han sido derrotados una y otra vez, Como el SME.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.