septiembre 04, 2010

Historia CMA + Tres lecciones que aprender de Mexicana de Aviación

Una y otra vez se demuestra que las manotas del gobierno siempre producen grandes desastres.

Los fundadores de Mexicana de Aviación no fueron mexicanos, sino tres jóvenes empresarios norteamericanos que llegaron a nuestro país con grandes sueños. Querían fundar un gran negocio de aviación para dar servicios de correos, paquetería y transportación de pasajeros. No fue fácil obtener la licencia del gobierno revolucionario y después de un pesado y complicado calvario se les permitió crear en 1921 la “COMPAÑÍA MEXICANA DE TRANSPORTACIÓN AÉREA S. L.” El nacionalismo estaba en su apogeo y tuvieron que aceptar el ingreso de mexicanos accionistas que poco sabían de aviación pero podían lidiar con la clase política, que veían con malos ojos a los extranjeros y especialmente a los norteamericanos.

El desarrollo de esta empresa de aviación fue espectacular a pesar de las reticencias de los mexicanos carentes de visión y que tenían temor a nuevas inversiones. Llegó el momento en que los norteamericanos compraron las acciones de los mexicanos y se aliaron con otras empresas de aviación que también mostraban pujanza. Así, la Compañía Mexicana de Aviación (CMA) se internacionalizaba en combinación con Pan American Airways. Pero esta alianza no hizo más que caldear los ánimos nacionalistas de los revolucionarios mexicanos. No podían aceptar que una empresa de dueños extranjeros tuviera tanto éxito en suelo nacional y con trampas, amenazas y marrullerías lograron desterrar a los norteamericanos en 1968. En efecto, compraron todas las acciones. Y cómo no vender, si no lo hacían podían ser nacionalizados por el gobierno “por causas de utilidad pública” tal como ya se había hecho con el petróleo, la electricidad, los ferrocarriles. Los viejos pioneros de esta empresa tuvieron que regresar a Norteamérica con los dientes apretados de rabia.
Poco les duró el gusto a los mexicanos dueños de la empresa de aviación más importante de Latinoamérica. No la supieron administrar y en menos de 10 años ya estaba prácticamente destruida. No solo fue la baja capacidad empresarial de los mexicanos, sino que empezaron a surgir los sindicatos de sobrecargos y luego el de pilotos que cada día pedían más y más prestaciones azuzados por izquierdistas marxistas.
En 1982 el gobierno rescata a Mexicana haciéndose el principal accionista, otro gran error. Entra la burocracia estatal con “grandes ideas”, como la de construir un majestuoso edificio en la colonia Narvarte “para dar muestras de solidez”. El mismo gobierno fomenta el sindicalismo en esta empresa paraestatal a fin de ganar votos y garantizar la permanencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Se siguen incrementando los beneficios a los trabajadores sindicalizados, la patronal (gobierno) concede con facilidad, después de todo, tienen el respaldo del Estado. Prácticamente los combustibles no le cuestan a la empresa pues PEMEX se los regala, y se abren rutas con poca demanda. A veces los aviones iban vacíos, pero daban buena imagen de progreso bajo el mando del Partido Institucional. Con Salinas de Gortari cambian un poco los tiempos y se decide regresar (privatizar) a esa empresa a manos de la iniciativa privada. ¿Pero quién iba querer comprar una empresa llena de vicios, artificialidades y repleta de corrupción? Se anima el Grupo Havre y en la primera oportunidad se deshace de ese bicho para pasarla al Grupo Posada, quien ahora ya tampoco la aguanta.

¿Sobrevivirá ese monstruoso elefante blanco?
Primera lección.
Si a México llega un extranjero con sueños empresariales, nunca lo detengas, déjalo que vuele, sin envidias ni nacionalismos trasnochados, pues si lo haces tú mismo y mucha gente que pudo salir beneficiada sufrirán un descalabro. En realidad, qué importa si es mexicano o extranjero el dueño de una empresa, lo importante es que de buenos servicios.

Segunda lección. Una y otra vez se demuestra que las manotas del gobierno siempre producen grandes desastres. Es imposible que un burócrata tome buenas decisiones empresariales, siendo que es un simple empleado de gobierno que nada arriesga si la empresa fracasa. En otras palabras, solo el dueño tiene la capacidad de tomar buenas decisiones.
Tercera lección. Permitir la existencia de sindicatos en una empresa es garantía segura para el fracaso. El sindicalismo es una cara del fascismo. Con la fuerza compulsiva de los líderes y trabajadores se pueden obtener ventajas insostenibles que llevan a la quiebra futura de la cualquier empresa. Cualquier trabajador tiene el derecho de buscar el mejor precio por su trabajo, pero debe ser sólo, sin fuerzas compulsivas, sin sindicatos, negociando uno a uno, es decir, patrón con trabajador, sin injerencia de terceros. Si hay acuerdo, bien; de otra manera, que cada quien busque en otro lado.

Por tanto, para dar oportunidad de que Mexicana de Aviación sobreviva, lo primero que se debe hacer, por parte de los trabajadores es declarar de manera inmediata y unilateral la desaparición de todos los sindicatos en el interior de la empresa. No más negociaciones colectivas, no más intromisión de otros sindicatos tipo SME, STUNAM o de políticos izquierdistas. Permitir que el dueño negocie directamente con el trabajador, si hay acuerdo, sigue y si no, adiós sin más trámite.
El dueño puede invitar a los trabajadores para que se hagan accionistas, de tal suerte que si la empresa gana, ellos ganan como copropietarios, en la parte que les corresponda. Por cierto, Grupo Posada se las ofreció en un peso y no la quisieron tomar. Porque reconocen los vicios que cargan y que en sus manos no duraría mucho tiempo viva.
Finalmente, de ninguna manera se debe permitir que el gobierno rescate a Mexicana de Aviación, ni siquiera tener el uno por ciento de las acciones. Los contribuyentes no tienen por qué asumir una carga que no les corresponde.
Después de todo, si llega a desaparecer, como han desaparecido otras grandes empresas (recuérdese AEROFLOT) los sobrecargos, los pilotos y el personal en tierra podrán ser absorbidos por otras líneas aéreas que se quedarán con el mercado que tenía la CMA.
Ojalá otras empresas privadas y gubernamentales (incluidas las universidades públicas) aprendan y empiecen a remojar las barbas.

Por Santos Mercado
Post RLB. Punto Politico.

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